24 julio 2013

Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo (iii), escenas de la vida de San Pedro.

Continuamos con la descripción de las pinturas murales analizandolas con más detalle. En este artículo recorreremos las escena de la vida y obra de San Pedro siendo el artículo "Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo" publicado por D. José Villaamil y Castro en el primer volumen del Museo Español de Antigüedades nuestra guía.


Jesucristo entrega las llaves del reino de los cielos a San Pedro.

La primera escena muestra a San Pedro ataviado con traje pontifical y "cubierto con una tiara de triple corona rematada en un globo y una cruz", sentado en un trono de tijera, a punto de recibir una llave de mano de Jesucristo, que ocupa el centro de la composición, representado con larga melena y barba partida y detrás de su cabeza el nimbo crucífero, que señala su divinidad. Va descalzo y vestido con una túnica que recoge con su mano derecha. A sus espaldas se ve a San Juan, caracterizado por su fisonomía imberbe y tras éste aparece la cabeza de otro apostol, nimbado con un disco rojo, como el que son representados el resto de los apóstoles. El resto del fresco aparece dañado ya que fue por donde se abrió la puerta del coro, percibiéndose "las caras incompletas de otros dos incompletas, el nimbo de uno, las manos cruzadas de otro y retazos de las vestiduras de varios".


El letrero, que se lee en la faja que separa la historia de abajo, dice:

COMO XPO DIO SU PODER A SAN PEDRO.

La escena puede representar el versículo 19, del capítulo 16, del Evangelio de San Mateo: "Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos."


San Pedro obra el milagro de resucitar a una mujer.

En la segunda escena representa a San Pedro obrando el milagro de resucitar una mujer. El apostol aparece representado como un anciano de barba y escaso pelo blanco,  con nimbo circular rojo que sostiene la simbólica llave con la mano derecha mientras que con la izquierda ayuda a salir de un sarcófago a una joven de cabellos rubios, escualida, medio envuelta en un sudario que deja ver su pecho y vientre. Detrás un personaje rícamente ataviado, con manto de armiño, y tras él, el rostro desfigurado de "una dama de noble aspecto". Acompañando a ambos aparece un personaje vestido con más sencillez, que debe ser el sirviente del caballero y el rostro de otro, que también debe ser sirviente.

Debajo, una inscripción que dice:

COMO S. PEDRO RESUCITÓ A LA FI...

El autor querría narrar la milagrosa resurrección de la hija de un renombrado personaje, aunque tal suceso no es nombrado en ningún libro Santo atribuido a San Pedro. En los Hechos de los Apóstoles, capítulo 9, versículos 36 al 43, se refiere a la resurrección de Tabita (Dorcas), una viuda de Jope: "Y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas hacia cuando estaba con ellas. Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó."

Villaamil destaca la rareza del asunto mostrado en la pintura, reforzado por el hecho de que la parte que falta de la inscripción está raspada, por lo que concluye que mucho después de realizada la pintura se cayó en la cuenta que "en aquel letrero se contenía, sino una escandalosa verdadera herejía, un craso error histórico". Por ello, establece la hipótesis de que tal escena sea una mezcla de pasajes bíblicos, la resurrección de Tabita por Pedro y la de la hija de Jairo obrada por el mismo Jesucristo, realizada en presencia de los padres y los discípulos que le acompañaban.


El ángel del Señor saca de la prisión a San Pedro.

En la tercera escena se muestra a San Pedro sacado de la prisión por un ángel. Éste en "figura de gallardo mancebo de agradable rostro y entrelazados rubios cabellos, vestido de amplia túnica de color claro" que señala con una mano el lugar al que se dirige mientras que con la otra coge al Santo, ataviado con el nimbo rojo, túnica azul y capa roja. Detrás se encuentra la prisión de la que es sacado representada por una torre cuadrangular, "cubierto de tejas a cuatro aguas". La leyenda no aparece debajo, sino en un tarjetón a la derecha, en el que sus letras aparecen completamente borradas. Una curiosidad más respecto al ángel, Simonetta Dondi, conservadora del museo diocesano, destaca la ambigüedad sexual que el autor de los frescos quiso expresar en los rasgos del rostro.

La pintura parece representar el pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que Pedro es liberado de la cárcel en la que Herodes le tenía prisionero, vigilado y custodiado por guardas, con el fin de martirizarlo después de la Pascua (Hechos 12, 6-11).


Martirio y crucifixión de San Pedro.

Por último, en la cuarta escena representa el martirio  del Santo Apostol, amarrado a una cruz por encima de los pies y de la túnica. Dos curiosos personajes en actitudes estrambóticas están atando sus brazos al madero a la altura de las muñecas. El situado a la derecha del santo tiene su cabeza cubierta con la piel de un animal que le cuelga también sobre los hombros, viste jubón azul y calzas de dos colores, morada y amarilla. Sus zapatos de los mismos tonos pero contrapuestos. Aparece encorvado, como si estuviera haciendo fuerza sobre la cuerda que sujeta con su mano izquierda, mientras que con la mano derecha le hace burla. El personaje de la izquierda viste más sencillamente, sus calzas son de color carne mientras que su cabeza está cubierta por un gorro catalán. Tiene enrollada la cuerda a una mano y con la otra ata al santo a la cruz, haciendo fuerza con el pie pisando sobre la cruz.

El letrero también aparece en un tarjetón colocado detrás del palo vertical de la cruz, también en mal estado de conservación.

Se representan los versículos 18 y 19 del capítulo 21 del Evangelio según San Juan: "En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará por la cintura y te llevará a donde no quieras. Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: Sígueme".

La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde murió martirizado en tiempos de Nerón, pidiendo ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús.

Artículos relacionados publicados en este blog:

Fuentes:

JOSÉ VILLA-AMIL Y CASTRO, “Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo”, Museo Español de Antigüedades, I, 1872, pp. 220-233 (cap. III, pp. 225-230 para las escenas de la vida de san Pedro).

MANSO PORTO, C. “La colección de dibujos de José Villaamil y Castro conservados en la Real Academia de la Historia”. Abrente, boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Ntra. Sra. del Rosario, nº 40-41. 2008-09.

VV.AA., "Simón Pedro". Sitio web: Wikipedia, rev. del 30 de junio de 2013, consultado el 24 de julio de 2013. URL: http://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Pedro


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Publicado también en: Rincones de la Mariña.

22 julio 2013

Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo (ii), reproducciones de las pinturas.

Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo. Degollación de los inocentes. Primer hallazgo. Actual emplazamiento en la nave central bajo el órgano, lado de la epístola. Fotografía: Antonio Herrera Huerta.
Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo. Degollación de los inocentes. Segundo hallazgo. Actual emplazamiento en la nave central bajo el órgano, lado de la epístola. Fotografía: Antonio Herrera Huerta.


Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo. Vida de San Pedro. Tercer hallazgo. Actual emplazamiento en la nave central bajo el órgano, lado del evangelio. Fotografía: Antonio Herrera Huerta.

En el artículo anterior hacía referencia al hallazgo casual de las pinturas murales de la catedral de Mondoñedo por parte de D. José Villaamil y Castro en la segunda mitad del siglo XIX, que además fue el primer investigador y conservador de las mismas.

Bajo los bellos órganos barrocos de la catedral mindoniense pueden contemplarse, en el lado del evangelio, los murales que representan cuatro episodios de la vida de San Pedro, mientras que en el muro del lado opuesto, el de la epístola, se desarrollan varias escenas de la Degollación de los Santos Inocentes y la Huida a Egipto, tal y como las refiere san Mateo (Mt., 2, 13-18).

En sus investigaciones Villaamil no encontró noticia histórica acerca de las pinturas, no hallando dato alguno que condujera a la fecha de su realización ni al autor de las mismas. Sí encontró información sobre la construcción del coro y las obras de remodelación del mismo. Cómo la instalación de las sillerías en tiempos del obispo D. Pedro Pacheco afectó a las pinturas, éstas necesariamente deben de ser más antiguas, remontándose "cuando menos, a los años inmediatamente anteriores al de 1534, en que vino a residir a Mondoñedo aquel prelado".  Por otra parte, al analizar las características de las figuras de los frescos, determinó que debían de ser de tiempos de los Reyes Católicos por las armas y los trajes, aunque el pintor quisiera representar personajes antiguos con vestimentas que ya no estuvieran la uso en ese momento, llevaría al último cuarto del siglo XV o principios del XVI.

Otro investigador, D. Crespo Prieto también situa en la misma época a partir del estudio estilístico e iconográfico de los frescos: estilo gótico lineal, las líneas de los dibujos delimitan superficies de gran cromatismo, expresividad de los rostros y trazado geométrico de las figuras.

Por último, García Iglesias, atribuye las pinturas murales al llamado Maestro de Mondoñedo y que fueron pintadas en las primeras décadas del siglo XVI en estilo gótico hispanoflamenco.



Fuentes:

JOSÉ VILLA-AMIL Y CASTRO, “Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo”, Museo Español de Antigüedades, I, 1872, pp. 220-233 (cap. IV, pp. 230-233).

MANSO PORTO, C. “La colección de dibujos de José Villaamil y
Castro conservados en la Real Academia de la Historia”. Abrente, boletín de la
Real Academia Gallega de Bellas Artes de Ntra. Sra. del Rosario, nº 40-41.
2008-09.

CAMINO DE SANTIAGO DCR. “Vilanova de Lourenzá – Mondoñedo”.
Sitio web: Camino de Santiago. Diócesis de Ciudad Real. Entrada del día 18 de
junio de 2012, consultada el 21 de junio de 2013. URL:
http://caminodesantiagodcr.wordpress.com/2012/06/18/vilanova-de-lourenza-mondonedo/

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Publicado en: Rincones de la Mariña.

19 julio 2013

Pinturas murales de la catedral de Mondoñedo (i). Hallazgo y localización.

Pinturas murales, en los muros bajo los órganos de la nave central de la Catedral de Mondoñedo.


En el año 1862 D. José Villaamil y Castro subía al órgano pequeño de la catedral de Mondoñedo, se fijó por casualidad en la pared de la escalera que a él conducía y al corrillo de la orquesta y descubrió indicios de que ésta se encontraba pintada. Las pinturas estaban muy deterioradas y permanecían semiocultas entre los peldaños de la escalera. Tras un tratamiento de limpieza se hizo perceptible el conjunto de la composición mostrándose escenas de la degollación de los Santos Inocentes.

Mientras calcaba y copiaba estas pinturas, que al año siguiente presentaría a la Real Academia de la Historia, se produjo un segundo hallazgo, también de forma casual. Ocurrió durante una celebración religiosa cuando a uno de los violinistas de la Capilla se le escapó de la mano el arco y éste fue a caer en un agujero que había en el piso del corrillo. Al intentar recuperarlo se descubrieron otras pinturas murales en mejor estado de conservación, que formaban parte del mismo ciclo pictórico de la Degollación de los Inocentes. Ambas decoraban el cerramiento del coro, que como en las demás catedrales, ocupaba la bóveda de la nave central inmediata al crucero. Del conjunto faltaba gran parte del cuadro superior, del que sólo permanecían los 35 centímetros inferiores de la escena y también se encontraba interrumpido bruscamente por el postigo del coro.

El tercer hallazgo se produjo dos años después, en la parte del cerramiento del lado opuesto, que estaba oculto por el retablo de San Jerónimo, allí localizó pinturas que mostraban escenas de la vida pública de San Pedro y su martirio.

Villamil dató cronológicamente las pinturas en el período tardogótico hacia los últimos años del siglo XV o comienzos del XVI, concluyó que el muro del cerramiento del coro había estado pintado sin interrupción en toda su anchura, porque los asuntos representados se interrumpían bruscamente. También siguió el proceso de destrucción de las pinturas con la construcción del coro en la primera mitad del siglo XVI con el montaje de las sillerías, la apertura de los postigos y al hacerse las escaleras. Después se procedió a bajar el coro, dado que era muy alto y oscuro, dañándose la parte superior de las pinturas y quedando tapadas parte de las mismas al aplicarse las escalerillas para el acceso a la tribuna y a los órganos. A comienzos del siglo XVIII quedaron definitivamente ocultas al colocar nuevos altares en los lienzos murales del coro. De las pinturas no quedó constancia en documentación y bibliografía alguna de la catedral quedando en el olvido. A pesar de los daños sufridos, tales obras supusieron la conservación de las mismas, ya que muchas pinturas murales de los templos desaparecieron a lo largo de los siglos y a ello contribuyó el blanqueamiento sufrido por sus muros a partir del siglo XVI.

Al producirse el traslado del coro, con las obras de remodelación de la catedral entre los años 1964 y 1966, las pinturas se montaron en el emplazamiento donde pueden contemplarse hoy día, en el muro que se levantó debajo de los órganos de la catedral en la nave central.

A Villaamil y Castro se le atribuye el hallazgo, estudio y conservación de las pinturas murales de la catedral de Mondoñedo, algo que le sirvió para entrar en la Real Academia de la Historia.


Fuentes:

Manso Porto, C.: “La colección de dibujos de José Villaamil y Castro conservados en la Real Academia de la Historia”. Abrente, boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Ntra. Sra. del Rosario, nº 40-41. 2008-09.

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Publicado en: Rincones de la Mariña.

16 julio 2013

El oro del duende.

Dolmen de Santo Tomé, Ferreira do Valadouro.
El dolmen de Santo Tomé, en Ferreira do Valadouro, guarda una extraordinaria sorpresa. En el interior de este monumento megalítico habita una rareza botánica que sólo se encuentra en contados lugares de Galicia. Se trata de un musgo luminiscente, también conocido como Oro de Duende, que debe su nombre a su brillo de aspecto fosforescente con una tonalidad verde esmeralda.

Este particular musgo crece en las paredes y los suelos de oquedades, donde aprovecha al máximo la escasa luz existente para realizar la fotosíntesis. Pero la luminiscencia de este musgo no se debe al fenómeno de fosforescencia natural como ocurre en otras especies de plantas y de animales, sino a la reflectancia. Su protonema está formado por multitud de células esféricas, con unas vacuolas muy grandes que actúan a modo de lupas proyectando la luz sobre los cloroplastos próximos, para que así pueda desarrollarse la fotosíntesis casi en plena oscuridad. La luz que no es absorbida por los cloroplastos es reflejada siendo amplificada por las vacuolas generándose la emisión de una luz verdosa amarillenta tan llamativa. Ello unido a su presencia en  cuevas y lugares recónditos hace que la literatura popular haya asociado este musgo con los tesoros que los duendes tenían ocultos y de ahí su denominación, el Oro de Duende.

Otro lugar en el que he observado este hongo es en la pequeña cueva que se encuentra en el lateral de uno del primero de los taludes defensivos del Castro de Villalonga, en Castro de Rei.

Publicado en Rincones de la Mariña.

12 julio 2013

Iniciando "Rincones de la Mariña".

101 fotos de la Mariña

Al norte el bravío mar Cantábrico, al sur las sierras septentrionales gallegas del Xistral, Lourenzá y Pousadoiro, al este el río Eo y al oeste el Sor.

En esta comarca lucense rías y ríos, arenales y acantilados, valles y montañas, se integran en perfecta armonía, generando paisajes de gran belleza. Habitada desde tiempos inmemoriales, acá dejaron su huella celtas, romanos, suevos, normandos... Tierra de personajes míticos, legendarios como Maeloc y reales como el Mariscal Pardo de Cela o el marqués de Sargadelos.

Un rincón de Galicia en el que también se funde la magia con la realidad, las ánimas vagan por los caminos, las meigas ¡haberlas, haylas!, las piedras hablan y ocultan tesoros. Donde la linde que separa la leyenda de lo que es historia es muy sutil.

Con este post anuncio la exposición fotográfica que con el título "Rincones de la Mariña" realizaré el próximo mes de Noviembre en Fuenlabrada, también lo será del blog creado al efecto. Para la portada he creado un collage a partir de 101 imágenes que se pueden ver en el siguiente álbum web: