Pinturas murales, en los muros bajo los órganos de la nave central de la Catedral de Mondoñedo. |
En el año 1862 D. José Villaamil y Castro subía al órgano pequeño de la catedral de Mondoñedo, se fijó por casualidad en la pared de la escalera que a él conducía y al corrillo de la orquesta y descubrió indicios de que ésta se encontraba pintada. Las pinturas estaban muy deterioradas y permanecían semiocultas entre los peldaños de la escalera. Tras un tratamiento de limpieza se hizo perceptible el conjunto de la composición mostrándose escenas de la degollación de los Santos Inocentes.
Mientras calcaba y copiaba estas pinturas, que al año siguiente presentaría a la Real Academia de la Historia, se produjo un segundo hallazgo, también de forma casual. Ocurrió durante una celebración religiosa cuando a uno de los violinistas de la Capilla se le escapó de la mano el arco y éste fue a caer en un agujero que había en el piso del corrillo. Al intentar recuperarlo se descubrieron otras pinturas murales en mejor estado de conservación, que formaban parte del mismo ciclo pictórico de la Degollación de los Inocentes. Ambas decoraban el cerramiento del coro, que como en las demás catedrales, ocupaba la bóveda de la nave central inmediata al crucero. Del conjunto faltaba gran parte del cuadro superior, del que sólo permanecían los 35 centímetros inferiores de la escena y también se encontraba interrumpido bruscamente por el postigo del coro.
El tercer hallazgo se produjo dos años después, en la parte del cerramiento del lado opuesto, que estaba oculto por el retablo de San Jerónimo, allí localizó pinturas que mostraban escenas de la vida pública de San Pedro y su martirio.
Villamil dató cronológicamente las pinturas en el período tardogótico hacia los últimos años del siglo XV o comienzos del XVI, concluyó que el muro del cerramiento del coro había estado pintado sin interrupción en toda su anchura, porque los asuntos representados se interrumpían bruscamente. También siguió el proceso de destrucción de las pinturas con la construcción del coro en la primera mitad del siglo XVI con el montaje de las sillerías, la apertura de los postigos y al hacerse las escaleras. Después se procedió a bajar el coro, dado que era muy alto y oscuro, dañándose la parte superior de las pinturas y quedando tapadas parte de las mismas al aplicarse las escalerillas para el acceso a la tribuna y a los órganos. A comienzos del siglo XVIII quedaron definitivamente ocultas al colocar nuevos altares en los lienzos murales del coro. De las pinturas no quedó constancia en documentación y bibliografía alguna de la catedral quedando en el olvido. A pesar de los daños sufridos, tales obras supusieron la conservación de las mismas, ya que muchas pinturas murales de los templos desaparecieron a lo largo de los siglos y a ello contribuyó el blanqueamiento sufrido por sus muros a partir del siglo XVI.
Al producirse el traslado del coro, con las obras de remodelación de la catedral entre los años 1964 y 1966, las pinturas se montaron en el emplazamiento donde pueden contemplarse hoy día, en el muro que se levantó debajo de los órganos de la catedral en la nave central.
A Villaamil y Castro se le atribuye el hallazgo, estudio y conservación de las pinturas murales de la catedral de Mondoñedo, algo que le sirvió para entrar en la Real Academia de la Historia.
Fuentes:
Manso Porto, C.: “La colección de dibujos de José Villaamil y Castro conservados en la Real Academia de la Historia”. Abrente, boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Ntra. Sra. del Rosario, nº 40-41. 2008-09.
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Publicado en: Rincones de la Mariña.
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